Cámaras de eco digitales: cómo sacar a tus hijos del bucle

El concepto de «cámara de eco» ha pasado a ser un tema recurrente dentro del debate público, ya que actualmente estamos asistiendo a una polémica sucesión de acontecimientos a lo largo y ancho del planeta que parecen tener su origen en los comportamientos extremistas que promueven —al menos en parte— las dinámicas que generan las redes sociales. 

Estos bucles de información tan perjudiciales, también conocidos como «cámaras de eco», son entornos (sobre todo en el caso de estas aplicaciones) en los que las personas se ven bombardeadas una y otra vez con el mismo tipo de mensajes, ideologías o contenidos, sin apenas o ninguna exposición a puntos de vista alternativos. Si no le ponemos freno, este fenómeno puede contribuir a difundir todo tipo de contenidos perjudiciales, teorías de la conspiración y mensajes extremistas, así como convertirse en una herramienta al servicio del ciberacoso y la desinformación, un problema especialmente peligroso en el caso de los adolescentes, que todavía no han terminado de desarrollar el pensamiento crítico y el sentido de la identidad.

¿Qué son las cámaras de eco?

Cuando decimos que alguien vive en una «cámara de eco», nos referimos a que está expuesto constantemente a un único tipo de información o una sola forma de pensar, por lo general en consonancia con la postura o las creencias que ya tenía y sin posibilidad de escuchar ninguna opinión alternativa. Este fenómeno puede darse en numerosos ámbitos de la vida, pero es especialmente frecuente en Internet. En el mundo digital, las cámaras de eco adoptan la forma de un «bucle cerrado» de información que tiende a reforzar una y otra vez las mismas ideas y a excluir cualquier perspectiva divergente, y en el que los algoritmos limitan la posibilidad de estar expuesto a un punto de vista diferente. 

En las redes sociales, el comportamiento de los usuarios es un factor fundamental en la creación de estas cámaras de eco. La gente prefiere consumir e interactuar con contenidos que confirman su ideología o sus creencias, y a esta tendencia se añade el hecho de que los algoritmos que se encargan de seleccionar las publicaciones que aparecen en su cronología están diseñados precisamente con el único objetivo de fomentar las interacciones. Las plataformas perpetúan este ciclo de retroalimentación que provoca que los usuarios vuelvan a recibir contenidos con la misma temática o enfoque informativo, los cuales consumen nuevamente en una espiral que se repite indefinidamente.

¿Por qué son peligrosas las cámaras de eco para los adolescentes?

Las cámaras de eco suponen un problema para personas de todas las edades, pero en el caso de los adolescentes, los riesgos son mucho mayores:

  • Sus cerebros aún están en proceso de desarrollo, sobre todo la corteza prefrontal, que es el área responsable del pensamiento crítico, la formación de opiniones, la evaluación de riesgos y el comportamiento social.
  • Se encuentran en una etapa en la que todavía están conformando su identidad y su sentido de la pertenencia social, por lo que se ven más influidos por las comunidades de la Red y las reacciones de los demás.
  • En muchos casos carecen de las competencias mediáticas y el grado de madurez emocional necesarios para poder evaluar de forma crítica el contenido que intenta manipularlos, apelar a sus emociones o distorsionar su comprensión de los hechos.
  • Cuando los adolescentes se ven envueltos en estos bucles de reafirmación, pueden ser más vulnerables a la radicalización o a los contenidos perjudiciales. Eso significa que pueden caer en las garras de grupos extremistas o acabar expuestos a los mensajes de la denominada «manosfera», los grupos que promueven conductas autolesivas o la propaganda relacionada con las teorías de la conspiración.

La ciencia ha demostrado que las plataformas sociales pueden acentuar estos problemas. Los estudios sobre los efectos que ejercen las redes sobre los adolescentes han puesto de manifiesto la paradoja que hay detrás de estas aplicaciones: que, a pesar de estar diseñadas para ayudarnos a conectar, a menudo lo único que consiguen es intensificar nuestra soledad.  

Incluso aquellas plataformas que han incorporado medidas de seguridad para los más pequeños y que promueven las interacciones positivas pueden contribuir a generar cámaras de eco en las que los adolescentes están expuestos únicamente a informaciones parciales o puntos de vista sesgados, lo que influye en la concepción que desarrollan de la realidad y en su forma de actuar. Los jóvenes que sufren algún problema de salud mental son aún más vulnerables, como confirma una investigación llevada a cabo recientemente que indica que las personas con depresión tienen más probabilidades de quedar atrapadas en cámaras de eco de contenidos negativos que contribuyen a reafirmar sus emociones en las redes sociales. 

Aunque buena parte de los primeros estudios que se llevaron a cabo en un primer momento sobre las cámaras de eco se centraban en contenidos políticos, este fenómeno también se aplica a otros ámbitos, como la desinformación sanitaria, los grupos de autoayuda radicales, las subculturas digitales de carácter misógino (que a menudo se agrupan en lo que denominamos «manosfera») y las cámaras de eco de naturaleza identitaria.

 

 

¿Qué riesgos concretos conllevan las cámaras de eco para los adolescentes?

Dado que la adolescencia se enmarca en unas circunstancias únicas desde el punto de vista del desarrollo y las relaciones sociales, las cámaras de eco pueden:

 

  • Reforzar las creencias perjudiciales de los más jóvenes: el hecho de que un adolescente visite con frecuencia foros o siga a influencers que validan ideas extremistas o teorías de la conspiración contribuye a normalizar este tipo de creencias y actitudes. Se trata de un fenómeno que puede afectar a nuestros hijos independientemente de la educación que reciban en casa o en el colegio.
  • Servir como punto de partida para su radicalización: la exposición repetida a contenidos que hacen referencia a los «otros» como enemigos o que ofrecen respuestas sencillas a problemas complejos puede hacer que los adolescentes pasen de sentir curiosidad por este tipo de opiniones a apoyar de forma activa puntos de vista perjudiciales.
  • Afectar a las habilidades relacionadas con el pensamiento crítico y las competencias digitales: cuando recibes constantemente mensajes que reafirman tus propias creencias, dejas de estar expuesto a la diversidad, de escuchar opiniones diferentes y de dar rienda suelta a tu curiosidad. La ciencia demuestra que las personas que viven en una cámara de eco tienen menos tendencia a aceptar otros puntos de vista y son más propensas a convertirse en víctimas de la desinformación. 
  • Tener un impacto negativo sobre su salud mental: sumergirse en un bucle de contenidos emocionalmente intensos o de carácter conspiranoico puede aumentar nuestros niveles de ansiedad y miedo, inducir una mayor desconfianza hacia los demás y favorecer el aislamiento, los pensamientos depresivos e incluso las conductas autolesivas.
  • Generar aislamiento social o provocar su atrincheramiento en grupos pequeños: los adolescentes tienden a relacionarse con otros jóvenes de su edad con ideas parecidas (tanto en el mundo digital como en la vida real), lo que puede provocar que se aíslen de grupos de amigos más grandes o de aquellas redes de adultos que pueden cuestionar o influir de forma más positiva en la percepción que tienen del mundo.

Cámaras de eco digitales: cómo ayudar a nuestros hijos a romper el bucle 

Aunque el hecho de tener que supervisar otro aspecto más de la actividad digital de tus hijos puede resultar estresante, es importante que hables con ellos del problema de las cámaras de eco y que tomes una serie de medidas para ayudarles a evitarlas. A continuación, encontrarás una serie de estrategias prácticas que pueden facilitarte las cosas en este sentido:

1. Aborda el tema incluso si no tienes ningún motivo de preocupación en concreto

  • Explícales a tus hijos qué son las cámaras de eco y por qué constituyen un problema. Habla con ellos del contenido que ven en Internet. Plantéales preguntas como «¿Qué clase de publicaciones te gustan o a qué cuentas sueles seguir? ¿Cómo crees que influyen tus hábitos en el contenido que recibes en tu cronología?». 
  • Aprovecha estas conversaciones para enseñarles cómo funcionan los algoritmos. Asegúrate de que comprendan que los mecanismos de recomendaciones tienden a ofrecernos contenidos similares a las publicaciones que hemos visto, dado «me gusta» y comentado, y cómo estas plataformas pueden contribuir a generar bucles de contenido cada vez más repetitivos incluso sin que nos demos cuenta.
  • Ponles ejemplos reales. Si tus hijos siguen a influencers o a grupos que tienden a defender narrativas sesgadas (p. ej., modelos de masculinidad absoluta, mentalidades victimistas, trastornos de la alimentación o teorías de la conspiración), habla con ellos de cómo podría afectarles si continuaran en esa espiral.

2. Anímales a consumir contenidos más variados

  • Sugiéreles que sigan al menos una cuenta o una fuente que les ofrezca una perspectiva diferente de un tema que les interese. El objetivo no es imponerles tu opinión, sino ayudarles a adquirir el hábito de consultar siempre más de una fuente de información. 
  • Utilizad herramientas como las extensiones de los navegadores o la configuración de las plataformas para desactivar las opciones del tipo Recomendados para ti o reiniciad periódicamente su historial de visualizaciones.

3. Ayúdales a ser más conscientes del uso que hacen de los dispositivos y de las redes sociales

  • Establece unas normas para asegurarte de que renuevan el contenido de su cronología. Por ejemplo, cuando usen las redes sociales, puedes convencerles de que hagan un descanso de cinco minutos cada veinte y busquen un tema diferente para romper el bucle de información.
  • Equilibra el tiempo que pasan delante de la pantalla fomentando las relaciones presenciales, animándoles a disfrutar de aficiones que no requieran el uso de la tecnología y ofreciéndoles otro tipo de medios (como libros, pódcasts o revistas). De esta forma, podrás asegurarte de que están expuestos a una amplia variedad de informaciones, ideas y sentimientos.
  • Enséñales a seleccionar cuidadosamente el contenido que aparece en su cronología dejando de seguir o silenciando a aquellas cuentas que promueven únicamente una determinada ideología, que abordan los problemas de forma sensacionalista o que prometen soluciones sencillas. Dales ejemplo haciendo lo mismo en tus propias redes sociales.
  • Utiliza herramientas como Qustodio para supervisar su actividad digital y fomentar una comunicación abierta que les permita expresar su opinión sin sentirse juzgados. Por ejemplo, puedes utilizar frases como «He visto que cada vez dedicáis más tiempo a esta categoría en vuestros dispositivos. Me gustaría que habláramos del contenido que habéis estado buscando».

4. Promueve el pensamiento crítico y la resiliencia emocional

  • Introduce en vuestras conversaciones conceptos y preguntas relacionados con las competencias digitales. Antes de darle «me gusta» o compartir una publicación, anímales a preguntarse: «¿Quién ha publicado esto? ¿Con qué objetivo? ¿Hay alguna opinión alternativa?». Puedes utilizar esta estrategia como punto de partida para inculcar a tus hijos las habilidades relacionadas con el pensamiento crítico.
  • Dedicad tiempo a ver o a revisar el contenido juntos y a reflexionar: ¿Es posible que una cuenta aparezca en más de una plataforma? ¿Cuál sería la perspectiva opuesta? Incluir a tus hijos en este tipo de reflexiones es una buena forma de enseñarles a llevarlas a cabo por su cuenta.   
  • Pregúntales cómo afecta a sus emociones el contenido que consumen. Las publicaciones que se difunden a través de las cámaras de eco suelen apelar a emociones como el miedo, la indignación, el victimismo, etc. Si tus hijos consumen a menudo contenidos que les hacen sentir furiosos, ansiosos o aislados, haced una pausa y preguntaos a vosotros mismos: ¿Por qué he hecho clic en esa publicación? ¿Cómo me he sentido después de haberla visto?
  • Conciénciales de la importancia de cuestionar nuestras propias ideas y prestar atención a los matices. Una de las señales de alarma que pueden indicar que hemos caído en una cámara de eco es el hecho de sentir una certeza absoluta a la hora de abordar problemas complejos. Animar a tus hijos a detenerse para reflexionar y reconocer que las cosas «no son tan sencillas» es una excelente filosofía si quieres protegerles de este fenómeno.

5. Dales ejemplo y supervisa su actividad con sentido común

  • Dales ejemplo de lo que implican estos conceptos y actitudes demostrándoles que tú también diversificas tus fuentes de noticias y tus redes sociales y que sigues a cuentas con múltiples puntos de vista.
  • En vez de adoptar una actitud excesivamente restrictiva, será más beneficioso para todos si utilizas alguna herramienta de control parental como Qustodio como base para fomentar el debate y la reflexión. Explícales a tus hijos que tu objetivo no es controlarlos ni castigarlos, sino ayudarles a desarrollar las habilidades que necesitan para disfrutar de una vida saludable. Estas herramientas te permiten recibir alertas cada vez que busquen algo potencialmente preocupante y configurar límites de tiempo o restricciones en aplicaciones o plataformas concretas para que puedas adoptar una actitud proactiva en lugar de limitarte a reaccionar ante los hechos.

 

Las cámaras de eco pueden parecer un concepto abstracto o una amenaza relativamente ajena a la vida de tus hijos. Para los adolescentes, sin embargo, pueden tener un impacto muy real sobre su día a día, ya sea a través de una red social que intenta imponerles un determinado marco mental, de un grupo de amigos estrecho de miras o de influencers que intentan seducirlos con la promesa de una sensación de pertenencia. Lo que por lo general empieza de forma casual o como una medio de satisfacer la curiosidad de los más jóvenes puede terminar favoreciendo su radicalización, sumergirlos en un bucle de desinformación o empujarlos a refugiarse en comunidades que solo buscan aislarlos en su propio bucle de retroalimentación. 

Como padres, desempeñamos un papel fundamental a la hora de abordar el problema de las cámaras de eco digitales. Si ayudamos a nuestros hijos a entender cómo funcionan los algoritmos que hay detrás de las redes sociales, a diversificar el contenido al que están expuestos, a desarrollar el pensamiento crítico y a reforzar su resiliencia emocional, podremos contribuir a reducir los comportamientos peligrosos en los que este fenómeno puede derivar.