Una de las tareas más difíciles a las que nos enfrentamos los padres es tener que aceptar el hecho de que nuestros hijos van a estar expuestos a situaciones a las que preferiríamos que nunca estuvieran expuestos. Independientemente de lo mucho que intentemos protegerlos de todo lo que puede suponer un riesgo para su salud mental o emocional, la realidad es que tarde o temprano van a ver y a oír cosas a las que desearíamos que no tuvieran que hacer frente hasta que fueran un poco más mayores.
Una de esas cosas es la violencia que podemos encontrar en las redes sociales y en otros espacios del mundo digital. Tanto si se trata de imágenes gráficas de conflictos bélicos, personas autolesionándose, ataques violentos, peleas en colegios o vídeos de bromas abiertamente agresivas, el contenido violento está cada vez más presente en la vida digital de los más pequeños, incluso cuando no tienen ninguna intención de acceder a él.
Es posible que creas que tus hijos están a salvo de este tipo de publicaciones, pero lo más probable es que ya hayan tenido algún contacto con ellas. Ya sea en el dispositivo de un amigo, como parte de un vídeo viral o a través de las cronologías de sus cuentas, la mayoría de los niños terminan consumiendo materiales violentos en Internet tarde o temprano (y con frecuencia antes de que sus cerebros estén preparados para entender lo que han visto). De ahí que sea tan importante que los padres abordemos de forma proactiva el tema de la violencia en las redes sociales en lugar de esperar a que se convierta en un problema.
Por qué son tan importantes estas conversaciones
Uno de los mayores errores que suelen cometer los padres que acuden a mi consulta es pensar: «No creo que mi hijo haya visto nada violento en Internet, así que prefiero no sacar el tema y evitar que se sienta incómodo». Lo cierto es que se trata de un planteamiento completamente equivocado, porque el hecho de que abordemos como es debido el tema no va a provocar que automáticamente entren en contacto con algo que de otro modo ni siquiera conocerían. Lo más probable es que ya hayan estado expuestos. De hecho, una encuesta reciente revela que el 70% de los adolescentes ha consumido imágenes violentas reales en las redes sociales. Afrontar sin tapujos el problema les ayudará a entender que pueden acudir a ti para hablar libremente y sin miedo si alguna vez se encuentran con algo perturbador y que puedes ofrecerles el apoyo que necesitan para poder procesarlo y superarlo.
Si hay algo peor que el hecho de que los más pequeños acaben expuestos a contenidos violentos es que se vean obligados a gestionar solos los sentimientos y las dudas que inevitablemente suelen acompañar a esta experiencia. Es fundamental que cuenten con la orientación y el apoyo de adultos de confianza que les ayuden a entender lo que han visto, ante los que puedan expresar sus sentimientos y que les permitan desarrollar estrategias de afrontamiento saludables cuando tengan que volver a enfrentarse a una experiencia angustiosa en el futuro.
El contenido violento y sus efectos sobre la salud mental de los niños
Las imágenes y los vídeos violentos (especialmente aquellos a los que están expuestos de forma repetida o accidental) pueden hacer mella en la salud emocional y el desarrollo de nuestros hijos de diferentes formas, dependiendo de su edad y de su personalidad. De hecho, los propios jóvenes son conscientes de estos efectos. Un estudio ha descubierto que algunos niños aseguran haber sufrido trastornos del sueño, problemas de concentración y pensamientos ansiosos recurrentes tras haber estado en contacto con contenidos violentos en Internet, sobre todo en aquellos casos en la exposición fue involuntaria.
Entre los síntomas más habituales asociados al consumo de contenidos violentos se encuentran:
- un aumento de la ansiedad o una mayor reticencia a separarse de los padres;
- problemas para dormir o episodios de pesadillas o terrores nocturnos;
- dificultades para concentrarse, hacer los deberes o realizar las tareas domésticas;
- comportamientos agresivos;
- pérdida de sensibilidad ante la violencia en el mundo real;
- grandes cambios de humor o alteraciones en la conducta que se salen de lo habitual.
Estas consecuencias pueden ser más graves en el caso de los niños pequeños o que ya sufren algún trastorno de salud mental; de ahí que la implicación de los padres en su vida digital resulte esencial. Nuestra responsabilidad no consiste únicamente en establecer límites, sino en ayudar a nuestros hijos a procesar las experiencias que viven en Internet.
El primer paso: mantener una comunicación constante y honesta
Independientemente de si tus hijos tienen cinco años o quince, el objetivo no es darles «la gran charla» sobre la violencia en Internet, sino establecer un patrón que te permita abordar abiertamente con ellos el tema en un lenguaje adaptado a su edad, de una forma que les permita sentirse lo bastante seguros como para poder expresar sus dudas y compartir contigo lo que les preocupa.
Si tus hijos aún son pequeños (entre 5 y 9 años)
Utiliza un lenguaje sencillo y tranquilizador:
- «A veces la gente publica cosas en Internet que dan miedo, como peleas o situaciones de emergencia».
- «Si alguna vez ves algo que te haga sentir nervioso o alterado, quiero que me avises inmediatamente».
- Explícales con delicadeza y tacto que no todo lo que se publica en la Red es real, que solo porque hayan visto un vídeo, una imagen u otro tipo de contenido no significa que eso les vaya suceder a ellos, y que siempre pueden acudir a ti si necesitan desahogarse o tienen alguna duda sobre el tema.
Si tus hijos son preadolescentes (entre 10 y 13 años)
Durante esta etapa, los niños suelen pasar más tiempo expuestos a contenidos digitales y ser más susceptibles a la presión del grupo.
- Pregúntales qué han visto y cómo les ha hecho sentir.
- Anímalos a utilizar el pensamiento crítico: «¿Por qué crees que alguien ha decidido publicar eso?» o «¿Crees que los vídeos de este tipo ayudan a la gente o que más bien son perjudiciales?».
- Explícales claramente cómo puede afectar a su cerebro y a su salud emocional consumir continuamente este tipo de contenidos.
Si tus hijos son adolescentes (entre 14 y 18 años)
A esta edad, es importante que promovamos el pensamiento crítico y el diálogo. Algunos adolescentes tienden a menospreciar su exposición o sus reacciones, pero eso no significa que no les afecte lo que han visto.
- Evita que se sientan juzgados: «Eso suena realmente desagradable. ¿Quieres que hablemos sobre el tema?».
- Invítalos a reflexionar: «¿Cómo ha afectado a tu estado de ánimo lo que has visto?».
- Recuérdales que no tienen por qué ver ni compartir contenidos violentos si no desean hacerlo, y que el hecho de evitar consumir esta clase de publicaciones no es una muestra de debilidad. Explícales cómo actúas tú cuando te encuentras en Internet contenidos que sabes que pueden afectarte de forma negativa.
![2025-06-[Blog]-How-to-talk-to-your-child-about-violence-on-social-media_InsideImage talking to your child about violence on social media](https://static.qustodio.com/public-site/uploads/2025/06/25124201/2025-06-Blog-How-to-talk-to-your-child-about-violence-on-social-media_InsideImage.png)
Deja que expresen sus sentimientos sin juzgarlos
Al igual que sucede con otros aspectos de la educación de nuestros hijos, lo mejor que podemos hacer por ellos es validar su respuesta emocional ante lo que han visto. Eso significa escucharlos sin interrumpirlos, resistir el impulso natural de «solucionar el problema» y limitarnos a reconocer la experiencia que han vivido.
Por ejemplo, puedes decirles:
- «Es normal que te sientas asustado o confuso, o que se te haya revuelto el estómago después de ver ese vídeo.
- «En el mundo pasan cosas malas constantemente, y a mí también me horrorizan».
- «Me alegro de que hayas acudido a mí. No tienes por qué enfrentarte a esto solo».
Evita utilizar expresiones como «no es para tanto», «ni siquiera ha sucedido aquí» o «no le des más vueltas». Aunque tu intención sea buena, esta clase de comentarios pueden provocar que tus hijos se sientan avergonzados o que repriman sus emociones.
Mantente alerta por si necesitan otro tipo de apoyo
A todos nos afecta el hecho de estar expuestos a este tipo de contenidos perturbadores en Internet, pero si tu hijo continúa presentando una fuerte reacción emocional varios días o semanas después del incidente, o si observas que siguen produciéndose cambios importantes en su comportamiento, su apetito, sus hábitos de sueño o su rendimiento escolar, puede que haya llegado el momento de acudir a un profesional de la salud mental.
El hecho de que tu hijo necesite un apoyo adicional no quiere decir que le hayas fallado como padre ni que le suceda algo «malo». A veces, los niños necesitan estrategias específicas o ayuda profesional para procesar las experiencias difíciles de una forma saludable. Un psicólogo infantil también puede ofrecer la información y las herramientas que necesitas para afrontar esta clase de experiencias con tus hijos.
Edúcales en el uso responsable de la tecnología y conciéncialos de la importancia de los límites
Muchas veces, la única razón por la que el contenido violento se vuelve viral es el impacto que provoca en los usuarios. Cuando los niños son conscientes de este hecho, están mejor preparados para decidir qué tipo de contenidos consumen y cómo responden ante ellos. Puedes utilizar estas situaciones como una oportunidad para ayudar a tus hijos a hacer un uso responsable de las redes sociales y ayudarles a adoptar hábitos digitales más saludables en estas aplicaciones.
A continuación encontrarás algunas preguntas que puedes plantearles para animarles a reflexionar sobre el contenido que consumen en la Red:
- «¿Cómo te sientes después de ver contenidos violentos o traumáticos?».
- «¿Dedicar tiempo a la plataforma XYZ te hace sentir mejor o peor?».
- «Si te encuentras algo que te hace sentir mal, ¿qué puedes hacer en lugar de seguir viéndolo?».
- «¿Qué tipo de contenidos son tus favoritos?».
Ofréceles a tus hijos las herramientas que necesitan para reducir su exposición a los contenidos problemáticos y dales ejemplo con tu propio comportamiento. Asegúrate de que comprendan por qué es importante dejar de seguir a cualquier usuario que suela publicar contenidos perjudiciales; descansar periódicamente de las redes sociales; utilizar la configuración de los dispositivos, las aplicaciones y las plataformas para reducir determinados tipos de publicaciones no deseadas, y seleccionar cuidadosamente las cuentas con las que interactúan en su cronología para anteponer los contenidos positivos a los perjudiciales.
Por qué las opciones de control parental son una parte fundamental de la solución
Suelo hacer hincapié en esta idea a menudo, pero creo que es importante volver sobre el mismo punto: si vamos a permitir que nuestros hijos utilicen los dispositivos y los medios digitales, es esencial que instalemos y utilicemos los controles parentales. Esta medida debería ser una condición innegociable que luego podemos complementar con otro tipo de estrategias para reducir la cantidad de contenidos violentos (y otro tipo de publicaciones inapropiadas) a la que nuestros hijos estén expuestos. Sin embargo, estos controles no son suficientes por sí mismos. Los filtros y los bloqueadores no ofrecen una protección infalible, sobre todo porque no podemos evitar que utilicen los dispositivos de sus amigos, participen en chats grupales o recurran a plataformas con menos controles.
Por ello, implicarnos continuamente en su vida digital es fundamental si queremos promover el diálogo, ofrecerles apoyo, ayudarles a solucionar los posibles problemas y seguir abordando el uso de los dispositivos electrónicos juntos.
Las herramientas de control parental como Qustodio nos facilitan la tarea de gestionar el tiempo que nuestros hijos pasan delante de la pantalla, supervisar el uso de las aplicaciones y filtrar los contenidos inapropiados. Utilizar las opciones que incluyen los propios dispositivos y las aplicaciones también es importante. Sin embargo, estas herramientas son más efectivas cuando fomentamos una buena comunicación con los más pequeños basada en la empatía y la confianza mutua.
No podemos controlar todo lo que ven nuestros hijos, pero sí podemos decidir cómo apoyarles cuando están expuestos a publicaciones traumáticas o perjudiciales. También podemos tomar algunas medidas para reducir o minimizar su exposición a los contenidos inapropiados en Internet. Si establecemos límites respecto al uso que hacen de la Red y nos aseguramos de que los respetan, creamos un entorno que promueva una comunicación abierta, les escuchamos sin jugarlos y les damos ejemplo con nuestros propios hábitos tecnológicos, podremos ofrecer a nuestros hijos las herramientas que necesitan para desenvolverse en ese entorno complicado y angustioso que suele ser el mundo digital de una forma más clara y segura.