Menores adictos al porno: todas las claves de esta adicción

Teen secretly watching porn on phone

A pesar de lo que a veces queramos pensar, hoy en día acceder a la pornografía es más fácil que nunca: los adolescentes actuales pueden consumir este tipo de contenidos desde su teléfono o su ordenador con tan solo un par de clics. El hecho de que sus hijos puedan estar expuestos al porno es una de las principales preocupaciones que expresan los padres que acuden a mi consulta a la hora de hablar de su actividad digital y su salud mental. Aunque es normal que los más jóvenes sientan curiosidad sobre el sexo durante esta etapa, estar expuestos continuamente a la pornografía (especialmente a edades tempranas) puede tener un grave impacto negativo sobre su desarrollo emocional, social y neurológico.

Como psicóloga clínica y madre, soy consciente de lo incómodas y lo imponentes que nos sentimos las familias cuando tenemos que abordar este tema. Sin embargo, es una de las conversaciones más importantes que podemos tener como padres. Tanto si tu hijo ha entrado en contacto con la pornografía en alguna ocasión como si ha empezado a mostrar alguno de los síntomas asociados a su consumo compulsivo, entender los riesgos que conllevan estos contenidos y estar preparado para reaccionar en consecuencia puede suponer una enorme diferencia.

Por qué es importante entender el consumo de pornografía por parte de los adolescentes

La mayoría de los menores descubre la existencia del porno en Internet mucho antes de que sus padres hablen con ellos por primera vez sobre el tema. Un estudio llevado a cabo por Common Sense Media indica que el 73% de los adolescentes de entre 13 y 17 años se ha encontrado con algún contenido pornográfico en la Red, y más de la mitad asegura que su primer contacto con el porno se produjo antes de cumplir los 13. Aunque los chicos tienden a estar más expuestos a la pornografía que las chicas, esta clase de materiales suponen un riesgo para todos los adolescentes, independientemente de cuál sea su sexo.

El hecho de que los menores puedan ver porno en Internet, ya sea a propósito o de forma accidental, es uno de los riesgos que más preocupan a los padres. Los datos del informe de Qustodio de 2024 indican que el contenido para adultos es una de las principales razones por las que las familias deciden empezar a supervisar los dispositivos de los más pequeños, y el 73% de los progenitores confiesa que tiene miedo de que sus hijos acaben expuestos a algún tipo de contenido sexual en Internet.

La exposición continuada a contenidos excesivamente estimulantes como la pornografía puede derivar en un consumo compulsivo (lo que denominamos popularmente «adicción») por parte de personas de todas las edades. Este riesgo es aún mauor en el caso de los adolescentes, cuyos cerebros todavía están desarrollando las áreas relacionadas con el control de los impulsos, la gestión de las emociones y la toma de decisiones. Muchas modalidades de pornografía contienen ideas poco realistas e incluso peligrosas sobre el sexo y las relaciones, lo que significa que consumirlas de forma habitual puede distorsionar el concepto que tienen nuestros hijos de la intimidad, el consentimiento y la autoestima.

Cómo puede afectar a los más jóvenes la exposición al porno

El cerebro de los adolescentes está programado por naturaleza para adaptarse a las novedades y las recompensas. Cuando se expone a contenidos muy estimulantes, como la pornografía, responde con una sobrecarga de dopamina (el denominado «neurotransmisor de la felicidad»). Con el tiempo, las neuronas pueden acabar acostumbrándose a este alto nivel de estimulación, lo que genera un ciclo de deseo y abstinencia muy similar al de otros tipos de adicciones.

La ciencia ha demostrado que existe una importante relación entre el consumo de pornografía y la salud mental de los menores y los jóvenes. Los adolescentes más expuestos al porno tienen una mayor probabilidad de sufrir síntomas de depresión, ansiedad, bajo rendimiento académico, problemas relacionales y trastornos del comportamiento.

El porno no afecta únicamente al cerebro. También puede influir en la percepción que los más jóvenes tienen de su cuerpo, las relaciones y su autoestima. La exposición a contenidos de carácter violento o degradante puede generar expectativas distorsionadas sobre el sexo y el consentimiento, lo que a su vez puede provocar que nuestros hijos se sientan confusos o avergonzados, o impulsarles a practicar comportamientos potencialmente perjudiciales para ellos.

Father talking to teen son about porn addiction

¿Qué es la adicción al porno?

Aunque es probable que la mera posibilidad de que tu hijo esté expuesto a algún tipo de pornografía ya te resulte preocupante, hay una gran diferencia entre ser un consumidor ocasional y desarrollar un comportamiento compulsivo o adictivo. Esta perspectiva no solo inquieta a los padres, sino también a muchos adolescentes (especialmente a los chicos), que a menudo confiesan tener miedo de sufrir algún tipo de adicción a la pornografía online. Es importante tener en cuenta que hay una serie de síntomas y rasgos característicos que permiten determinar si una persona ha cruzado la barrera que separa el consumo de la adicción, y que son igualmente aplicables a cualquier otra clase de sustancia o comportamiento. 

Aunque actualmente no existe ningún diagnóstico formal respecto a la «adicción a la pornografía», muchos médicos la engloban en la cateogría general de los trastornos relacionados con la conducta sexual compulsiva (CSBD, por sus siglas en inglés). Los adolescentes que han desarrollado una adicción al porno o que lo consumen de forma compulsiva suelen presentar una serie de comportamientos persistentes y repetitivos hacia esta clase de contenidos que se ajustan a los siguientes criterios de carácter general:

  • Han perdido el control sobre sus hábitos de consumo (p. ej., desean dejar de ver estos contenidos, pero son incapaces de hacerlo).
  • Continúan consumiendo pornografía a pesar de las consecuencias negativas que conlleva, como un bajo rendimiento académico, la ruptura de relaciones o el estrés emocional.
  • El porno se convierte en elemento central de su día a día, y cada vez pasan más tiempo buscándolo, consumiéndolo o recuperándose de sus efectos.
  • Descuidan aspectos importantes de su día a día, como su vida escolar, social o familiar.
  • El consumo de pornografía o su nivel de tolerancia hacia ella comienza a escalar, lo que provoca que necesiten contenidos cada vez más extremos para obtener los mismos efectos.
  • Desarrollan una dependencia emocional hacia este hábito, lo que les lleva a utilizar el porno como una forma de lidiar con la ansiedad, el estrés, la soledad o el aburrimiento.

Se considera que existe un trastorno médico cuando estos patrones se prolongan como mínimo durante seis meses y generan una gran angustia emocional o impiden a los jóvenes mantener un funcionamiento normal. Esta regla se aplica especialmente a los adolescentes que intentan abandonar este hábito, pero son incapaces de hacerlo. Hay que recordar que el hecho de que una persona consuma porno de forma habitual no significa que haya desarrollado una adicción. Lo que diferencia a este tipo de patologías es la pérdida de control y los efectos perjudiciales que tiene sobre la vida del adicto, no el mero hecho de consumir pornografía con frecuencia ni de sentir curiosidad hacia ella.

Cómo reconocer los síntomas asociados a un consumo problemático

Es fundamental que los padres seamos conscientes de los posibles riesgos que conlleva el uso del porno por parte de los adolescentes y que permanezcamos atentos a los signos que pueden indicar que existe un comportamiento problemático asociado a una exposición intensiva. Estas  son algunas de las señales de alarma:

  • Tu hijo se muestra cada vez más reservado respecto al uso que hace de Internet o de sus dispositivos.
  • Adopta una actitud cada vez más defensiva cuando le haces alguna pregunta sobre su vida digital.
  • Experimenta cambios de humor; p. ej.,  se muestra irritable, tiene arrebatos de ira o se ha vuelto retraído.
  • Ha perdido el interés en actividades de las que antes solía disfrutar.
  • Tiene problemas para dormir o se queda levantado hasta tarde para navegar por Internet.
  • Su rendimiento académico ha empeorado.
  • Pasa menos tiempo con su familia y sus amigos.
  • Cada vez consume contenidos más extremos.
  • Se muestra más ansioso en general.

Es posible que también hayas observado que parece apático o emocionalmente desconectado de las personas que le rodean. Esta reacción se debe a que el consumo excesivo de pornografía puede insensibilizar los sistemas de recompensa de nuestro cerebro, lo que provoca que nos cueste más sentirnos motivados o disfrutar de las experiencias que vivimos en el mundo real.

Qué podemos hacer los padres

Por muy sobrepasado que te haga sentir el hecho de saber que tu hijo sufre esta adicción, no hace falta ser un experto en tecnología ni disponer de todas las respuestas para ayudarle a afrontar la situación. Lo más importante es fomentar un ambiente de confianza y sinceridad que te permita establecer unos límites saludables. A continuación encontrarás algunas recomendaciones que te ayudarán a hablar con él sobre la exposición al porno de manera proactiva y a ofrecerle el apoyo que necesita en el caso de que muestre un comportamiento aditivo:

1. Empieza a abordar el tema periódicamente de forma temprana

Habla con tu hijo sobre el sexo, las relaciones y la seguridad en Internet en cuanto consideres que está preparado y con la frecuencia que creas necesaria. Procura estructurar la conversación en torno a valores como el respeto, el consentimiento y la conexión emocional. Es fundamental que te asegures de que comprenda que puede acudir a ti sin temor a que le castigues o le hagas sentir avergonzado.

Si sospechas que ya ha estado expuesto al porno, aborda el tema con calma. Puedes decirle algo como: «Sé que en Internet hay muchas probabilidades de encontrarse cosas que pueden resultar confusas o incómodas, pero podemos hablar del tema juntos». Si tu hijo ve que estás tranquilo y le ofreces tu apoyo, habrá más probabilidades de que se abra a ti y comparta contigo sus preocupaciones.

2. Ayúdale a entender qué es (y qué no es) la pornografía

Es importante que ayudemos a nuestros hijos a entender que el porno no es sexo real, sino una versión guionizada, exagerada y a menudo totalmente opuesta a lo que debería ser una relación íntima saludable. Utiliza un lenguaje apropiado para su edad para explicarle que estos contenidos pueden distorsionar sus expectativas y ofrecer una representación equivocada de lo que significa mantener una experiencia sexual respetuosa.

3. Establece unos límites claros que puedan servirle de apoyo

Establece unas pautas respecto al uso de los dispositivos en casa que contribuyan a reducir el riesgo de que tu hijo esté expuesto a esta clase de contenidos. Eso incluye acordar normas como no utilizar el teléfono en el dormitorio por la noche y reservar un horario para desconectar a lo largo del día. Yo suelo animar a los padres a que configuren y utilicen las opciones de control parental que incluyen los dispositivos y las aplicaciones, además de instalar alguna herramienta de control parental integral como Qustodio que les permita gestionar el acceso a los contenidos explícitos. 

Comprueba su historial de navegación y utiliza estas herramientas periódicamente si te preocupa el tipo de sitios web y aplicaciones a los que puede estar expuesto. Mi recomendación es que hables abiertamente con tu hijo sobre estas aplicaciones, que le expliques que su finalidad es protegerle y que su uso no es opcional.

4. Favorece su vida social en el mundo real y anímale a desarrollar unos hábitos saludables

Los adolescentes que se sienten conectados a su familia, participan en actividades y desarrollan la confianza en sí mismos tienen menos probabilidades de recurrir al porno —y a otro tipo de comportamientos negativos— como una forma de lidiar con el estrés u otros problemas. Anímale a disfrutar de las aficiones que le gustan, a relacionarse con otros adolescentes de su edad y a encontrar válvulas de escape emocional. Ayúdale a desarrollar una autoestima fuerte que no se vea influida por las imágenes irreales que pululan por Internet

¿Cuándo ha llegado el momento de buscar ayuda profesional?

Si tu hijo está angustiado, muestra un comportamiento compulsivo e intenta ocultar constantemente el consumo intensivo de pornografía, ha llegado el momento de acudir a un profesional de la salud mental. Recuerda que la adicción al porno es un problema habitual que los terapeutas suelen abordar con los propios adolescentes, los adultos y sus familias, así que no estás solo. El hecho de buscar ayuda no significa que hayas fallado como padre o que tu hijo vaya a sufrir un daño permanente. 

Hay varias clases de apoyo y tratamientos que pueden ayudarle, entre ellas:

 

  • Realizar una terapia cognitivo-conductual (TCC): esta terapia ayuda a los adolescentes a entender los patrones y los desencadenantes emocionales que motivan su comportamiento y les enseña estrategias de afrontamiento saludables.
  • Someterse a una terapia de grupo o recibir el apoyo de otros jóvenes de su edad: a algunos adolescentes les ayuda saber que no son los únicos que se enfrentan a este problema. Los grupos de apoyo adaptados a su edad les ofrecen un espacio donde pueden conectar con los demás, aprender y recuperarse sin sentirse avergonzados.
  • Practicar técnicas de atención plena y realizar un cambio de estilo de vida: enseñar a los adolescentes a reconocer sus impulsos, a gestionar el estrés y a redirigir su atención puede ser una herramienta enormemente poderosa. Animarles a practicar ejercicio de forma regular, encontrar un escape emocional o llevar un diario también puede ser una buena forma de ayudarles a realizar un cambio de hábitos duradero.
  • Participar en algún programa de formación y orientación familiar: este tipo de iniciativas ofrecen a los padres herramientas y estrategias para poder comunicarse de forma efectiva con sus hijos, establecer límites y apoyar a los adolescentes que sufren comportamientos compulsivos o trastornos de salud mental. Abordar los factores estresantes y las necesidades relacionadas con la familia también puede ser beneficioso de cara al tratamiento.

Nuestra recomendación final

La mayoría de los adolescentes no desarrollan ningún comportamiento adictivo problemático por el mero hecho de consumir pornografía, pero en el caso de aquellos que sí lo hacen, esta dependencia puede afectar enormemente a su bienestar y a la vida de toda su familia. Como padres, jugamos un papel fundamental a la hora de crear el entorno que necesitan nuestros hijos para poder desarrollarse de forma saludable, para lo cual es esencial promover una comunicación abierta en casa, establecer unos límites claros y ofrecerles nuestro apoyo y nuestro cariño.

Cuanto antes empecemos a hablar con ellos sobre las relaciones, la sexualidad, Internet y la salud mental, mejor preparados estarán para afrontar desafíos como la pornografía. Mantente atento por si detectas alguna señal que indique la posible existencia de un problema y recuerda que si necesitáis ayuda profesional, tenéis a vuestra disposición infinidad de recursos que pueden ayudaros tanto a ti como a tu hijo a avanzar hacia su recuperación.

Qustodio dashboard | kids screen time

¿Cómo puede Qustodio ayudarte a proteger a tu familia?

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