¿Tu hijo quiere ser ‘influencer’? Así son los riesgos de este hobby

 

Si echamos la vista atrás hacia nuestros años de instituto, seguro que a ninguno de nuestros orientadores se les ocurrió nunca sugerirnos la carrera de influencer como salida laboral. Sin embargo, en la actualidad más de la mitad de los jóvenes nacidos en la generación Z fantasea con abrirse un hueco en esta profesión, atraídos por la posibilidad de conseguir fama y fortuna —aunque solo sea de manera efímera—.

Si tu hijo ha expresado su interés en convertirse en influencer, es evidente que no está solo. Sin embargo, esta moda conlleva una importante serie de riesgos y problemas que ambos deberíais considerar detenidamente antes de permitir que se embarque en esta aventura.

¿Qué significa exactamente ser influencer?

La definición del concepto de influencer se ha convertido en un sorprendente objeto de debate. Algunos medios etiquetan como tal a cualquier personaje que se haya hecho medianamente famoso en Internet o que haya conseguido amasar un nutrido número de seguidores en las redes sociales. Sin embargo, los influencers son algo más que eso: hablamos de individuos que suelen contar con un público muy numeroso y participativo en estas plataformas y que pueden influir en las opiniones y el comportamiento de otras personas, particularmente en sus hábitos de consumo.

Para sacar provecho económico de la fama que han alcanzado en la Red, los influencers generan contenido dirigido a ámbitos específicos, como el de los cosméticos, la moda, el fitness, los viajes o la restauración, todo con el único fin de captar y mantener la atención de sus espectadores. Monetizan este interés a través de diferentes canales; por ejemplo, firmando acuerdos de colaboración con marcas o publicando contenidos patrocinados, organizando campañas de marketing de afiliados o asegurándose un porcentaje de ingresos publicitarios, solicitando donaciones y ofreciendo suscripciones a sus admiradores, comercializando sus propios productos y realizando apariciones pagadas en medios de comunicación.

Aunque algunos de estos influencers tienen presencia en múltiples plataformas, la mayoría concentra su actividad en una en concreto; es el caso, por ejemplo, de los influencers de TikTok o Instagram. En el momento de escribir este artículo, la red social de Meta sigue siendo el servicio preferido por las empresas a la hora de invertir en este tipo de publicidad.

Influencers vs. streamers: ¿en qué se diferencian?

Aunque a menudo se usan indistintamente, los términos «influencer» y «streamer» hacen referencia a diferentes tipos de creadores de contenido. Cuando hables con tu hijo sobre cuáles sus aspiraciones en este sentido, es importante que te asegures de qué variedad le interesa exactamente, ya que cada una implica una serie de riesgos y problemas diferentes.

Los influencers crean contenido grabado previamente con el objetivo de influir en las opiniones de otros, generar nuevas modas y modificar los hábitos de consumo de los espectadores, normalmente a través de plataformas como Instagram, TikTok o YouTube. En cambio, los streamers se dedican a transmitir vídeos en directo por Internet —a menudo utilizando plataformas como Twitch, Kick o YouTube Live— mientras interactúan con la audiencia en tiempo real.

Si tu hijo sueña con convertirse en streamer, no te pierdas estas cuatro recomendaciones para ayudarle a disfrutar de esta afición de forma segura.

¿Por qué quieren ser influencers los adolescentes?

Si nos basamos únicamente en la imagen que proyectan en las redes sociales, los influencers parecen vivir una existencia de ensueño: cobran por viajar, comer en los mejores restaurantes, dormir en hoteles de lujo y probar gratis los mejores productos. La pregunta es entonces: ¿quién no querría disfrutar de esa vida?

En el mundo real, sin embargo, solo unos pocos elegidos logran alcanzar ese grado de popularidad, y detrás de esas glamurosas fotos hay una ingente cantidad de trabajo. Aun así, el deslumbrante estilo de vida de las estrellas de Internet puede ser enormemente tentador para los jóvenes que sueñan con imitarles.

Aunque muchos adolescentes se sienten atraídos por la idea de hacerse ricos y famosos, otros quieren ser influencers para conectar con los demás y crear una comunidad. Algunos buscan simplemente una forma de dar rienda suelta a su creatividad y utilizar lo que han aprendido sobre la edición de vídeos para llamar la atención de los espectadores en Internet.

¿Cuál es la edad mínima para ser influencer?

La mayoría de las redes sociales exigen tener un mínimo de 13 años para poder crear una cuenta en EE. UU. (de conformidad con lo establecido en la denominada «ley COPPA»). Otros países han elevado aún más el umbral de edad; por ejemplo, en Francia y Alemania, los menores solo pueden utilizar estas plataformas a partir de los 15 años. Más allá de las meras consideraciones legales, entre los factores más importantes que debemos tener en cuenta se encuentran el grado de desarrollo de cada adolescente y su capacidad emocional para gestionar los problemas que pueda acarrear el hecho de compartir su vida con un montón de desconocidos en la Red. 

Dado que nuestros hijos viven literalmente rodeados de plataformas como Instagram y TikTok desde que son pequeños, no es raro que muchos preadolescentes sueñen con ser influencers. Algunos padres permiten —e incluso fomentan— este deseo, lo que ha dado lugar a un fenómeno popularmente conocido como «niños influencers».

¿Qué son los niños influencers y por qué son tan polémicos?

Si bien es cierto que cualquier menor de 18 años que genere contenido en Internet para una gran audiencia puede considerarse un «niño influencer», por lo general el término hace referencia a los niños de corta edad que actúan como influencers en las redes sociales bajo la supervisión y el control de algún adulto (a menudo sus padres), sobre todo con fines económicos. 

Este hecho ha provocado que muchos vean esta tendencia como una forma de explotación infantil, lo que ha abierto un serio debate en torno a cuestiones como hasta qué punto respeta los derechos de los más pequeños, si podría constituir una violación de su privacidad, si resulta ética dada la incapacidad de los menores para otorgar su consentimiento, en qué medida se explota a estos niños y qué efectos psicológicos puede tener en el futuro sobre ellos, por mencionar solo algunos ejemplos.

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¿A qué problemas y riesgos se enfrentan los influencers adolescentes?

Aunque puede parecer un trabajo de ensueño, ser un influencer adolescente conlleva una serie de problemas y riesgos para la seguridad muy concretos, entre ellos: 

El ciberacoso

Cuanto más amplia sea la audiencia de nuestros hijos, más probabilidades habrá de que atraigan a los denominados «odiadores» o «haters». Aunque incluso los adultos tenemos a veces dificultades para gestionar el grado de negatividad que tiende a caracterizar a las redes sociales, muchos menores carecen de las herramientas emocionales necesarias para poder gestionar este tipo de comentarios ofensivos e hirientes.

La posibilidad de que reciban peticiones inapropiadas

Cualquier persona que tenga presencia en la Red puede estar expuesto en un determinado momento a personajes perjudiciales, como los depredadores. Sin embargo, los influencers corren especial riesgo porque tienen más probabilidades de interactuar con desconocidos y marcas, ya que no es infrecuente que reciban ofertas a través de los mensajes directos con promesas de nuevas oportunidades para ganar dinero o ampliar su audiencia. Esto puede provocar que nuestros hijos reciban peticiones para hacer cosas para las que no estén preparados, como posar con poca ropa o realizar retos peligrosos.    

El peligro de la sobreexposición 

Los influencers dedican una gran cantidad de tiempo a interactuar con sus seguidores, y a veces terminan revelando accidentalmente información privada que puede tener consecuencias peligrosas para su seguridad. Este riesgo es aún mayor en el caso de los adolescentes, que no siempre son conscientes de las repercusiones que puede conllevar el hecho de compartir su información personal. Dar detalles como su dirección, su colegio o su número de teléfono puede exponerles a amenazas muy graves, como el doxxing, el acoso, las estafas y la ciberpederastia.

La cultura del agotamiento

La denominada «cultura del agotamiento» se ha convertido en un fenómeno habitual en el mundo de los influencers, ya que muchos creadores están convencidos de que la clave del éxito reside en trabajar sin descanso. A diferencia de los empleos tradicionales en los que existe un horario definido, los influencers pueden ejercer su actividad en cualquier momento y desde cualquier parte; lo único que necesitan es un smartphone y una conexión a Internet para empezar a crear contenidos e interactuar con su audiencia. En el caso de los adolescentes, que todavía no controlan totalmente sus impulsos, este sobreesfuerzo puede terminar provocándoles una sobrecarga física y emocional, además de afectar a su rendimiento escolar.       

El impacto sobre su salud mental

Más allá de los problemas relacionados con el agotamiento y el uso excesivo de la tecnología, las presiones a las que tienen que hacer frente los influencers pueden tener serias consecuencias sobre la salud mental de los adolescentes. Ya ha quedado demostrado que el uso de las redes sociales afecta negativamente a la autoestima, y este impacto puede verse agravado en el caso de los influencers adolescentes, que pasan buena parte de su tiempo en Internet bajo el escrutinio de esa inmensa lupa amplificadora. 

Sin la ayuda y la supervisión de los adultos, los influencers más jóvenes corren el riesgo de perder la perspectiva y acabar valorándose a sí mismos en función del número de seguidores y me gusta que obtienen, mientras que el hecho de recibir constantemente comentarios ofensivos por parte de desconocidos celosos puede desembocar en reacciones emocionales de ira o tristeza o problemas de salud mental. La expresión «las comparaciones son odiosas» nunca había sido tan certera como en el contexto de las redes sociales, donde es fácil que los adolescentes caigan en la trampa de compararse constantemente con los demás, alimentando su ansiedad y erosionando su autoestima.

4 recomendaciones para proteger a tu hijo si quiere ser influencer 

Si has sopesado los riesgos y quieres ser partícipe de las publicaciones que hace tu hijo en las redes sociales, estos consejos pueden ayudarte a protegerle.

1. Implícate en su actividad como influencer

Aunque prefieras no gestionar su cuenta ni controlar excesivamente este aspecto de su vida digital, es importante que muestres un interés activo en lo que publica, que supervises quiénes son sus seguidores y estés atento a cómo le hacen sentir determinados comentarios. 

2. Toma medidas para proteger su privacidad

En ocasiones, cuando los influencers generan contenido para conectar con el público, pueden revelar accidentalmente algún dato sobre su vida personal y, como reza el dicho, en Internet nada desaparece. Es importante que nuestros hijos estén muy alertas, ya que muchas veces todavía no han terminado de desarrollar su capacidad para controlar los impulsos y no son plenamente conscientes de las consecuencias que puede conllevar el hecho de compartir información personal con desconocidos a través de la Red.   

Aunque no se trata de una lista exhaustiva, a continuación encontrarás algunas sugerencias que pueden contribuir a proteger la privacidad de tu hijo en Internet:

  • Explícale que no debe revelar su nombre real, su dirección, su lugar de trabajo o el colegio al que va.
  • Asegúrate de que no muestra en ninguna foto o vídeo su uniforme del colegio ni del trabajo.
  • Ten cuidado con cualquier elemento del contenido que pueda revelar su identidad o su ubicación; por ejemplo, comprueba que ningún lugar reconocible o el rótulo de una calle sea visible a través de las ventanas y elimina las etiquetas de envío de cualquier paquete que hayáis recibido.
  • Revisad periódicamente su configuración de privacidad y sus contraseñas.

3. Utiliza las opciones de seguridad

Algunas redes sociales disponen de funciones de seguridad que es importante que tu hijo conozca antes de empezar a publicar en ellas. Eso incluye:

  • Pinterest: esta plataforma pone menos énfasis en los seguidores y los me gusta, y da prioridad a la creatividad visual y las recomendaciones sobre las interacciones sociales. Los usuarios no pueden publicar comentarios en los Pines.
  • YouTube: permite restringir el contenido en función de la edad y supervisar las cuentas de los menores de edad. Es posible desactivar o filtrar los comentarios de los usuarios.
  • Instagram (en combinación con las herramientas de supervisión parental): ofrece a los padres la posibilidad de supervisar la actividad de sus hijos en Instagram a través de una cuenta conectada, siempre que cuenten con su consentimiento. Permite filtrar el contenido, desactivar el envío de mensajes por parte de los desconocidos y moderar los comentarios. Las cuentas de los menores de 18 años se configuran automáticamente como privadas.
  • TikTok (a través de la función Sincronización familiar): una vez vinculadas sus cuentas, los padres pueden establecer límites de uso, restringir el contenido y filtrar o desactivar los mensajes directos. Las cuentas de los menores de 18 años se configuran como privadas de manera predeterminada.

BrandArmy, un servicio de contenido por suscripción, dispone de unos canales denominados «Junior Channels» que permiten a los menores de edad unirse a la plataforma y publicar contenido para los suscriptores. Sin embargo, algunos aspectos de la aplicación resultan muy cuestionables y no recomendamos su uso, a pesar de que está específicamente dirigida a los creadores adolescentes. X (anteriormente Twitter) y Facebook carecen de funciones propiamente dichas para proteger a los más jóvenes, por lo que consideramos que lo mejor es evitar ambos servicios.

4. Establece unos límites de tiempo razonables

Crear contenido para un público activo puede ser muy divertido, pero muchos adolescentes se sienten presionados para mantenerse a la altura de las exigencias de la industria y acaban publicando contenido, chateando y transmitiendo vídeo las veinticuatro horas del día. Sin un mínimo de estructura, este estilo de vida puede provocar que nuestros hijos terminen física y psicológicamente agotados, perjudicar su rendimiento académico y afectar a la calidad de sus hábitos de sueño.  

Siéntate con tu hijo y acordad juntos una serie límites respecto al uso de los dispositivos electrónicos. Por ejemplo, podéis establecer un horario para desconectar durante las comidas y antes de acostaros, o establecer una diferencia clara entre el tiempo que dedica a las redes sociales y aquellos momentos que reserváis para disfrutar en familia.

A la hora de limitar el tiempo que pasa delante de la pantalla y proteger su seguridad, puedes considerar la posibilidad de usar alguna herramienta de control parental. Qustodio te permite supervisar y limitar el tiempo que dedica a las redes sociales, bloquear el acceso a plataformas concretas y recibir alertas si aparece algún mensaje preocupante en alguno de sus chats. 

 

Atraídos por la posibilidad de hacerse ricos y famosos y recibir toda clase de regalos, muchos adolescentes fantasean con la posibilidad de ganarse la vida como influencers. Aunque para unos pocos elegidos esta profesión puede resultar muy lucrativa —tanto a nivel económico como creativo—, el estilo de vida que lleva aparejado implica una serie de riesgos que pueden ser especialmente peligrosos para los más jóvenes. Mostrar interés en lo que publican, concienciarles de la importancia de proteger su información personal, elegir las plataformas adecuadas y establecer unos límites razonables es la mejor forma de proteger a los adolescentes mientras usan las redes sociales.

Qustodio dashboard | kids screen time

¿Cómo puede Qustodio ayudarte a proteger a tu familia?

Qustodio es la mejor forma de proteger a tus hijos en Internet y ayudarles a desarrollar unos hábitos digitales saludables. Nuestras herramientas de control parental te permitirán asegurarte de que no acceden a contenido inapropiado ni pasan demasiado tiempo delante de la pantalla.

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