Ansiedad digital: claves para ayudar a tu hijo a desconectar

young teen scrolling phone alone in bedroom looking sad

Etiquetas, textos, notas de voz, respuestas, avisos de correo, retuits, nuevos comentarios, seguidores o visitas a nuestro perfil: el repiqueteo constante de las notificaciones compite por nuestra atención prácticamente desde el momento en el que abrimos los ojos por la mañana. Una encuesta reciente llevada a cabo por Common Sense Media denuncia que alrededor de la mitad de los menores de entre 11 y 17 años recibe más de 200 notificaciones diarias en su teléfono, y algunos adolescentes aseguran haber alcanzado la impresionante cifra de 4500. Este bombardeo empieza en muchos casos en cuanto nuestros hijos tienen acceso a un smartphone: un profesor británico de 5.º de primaria asegura que al coger el teléfono de uno de sus alumnos se encontró nada menos que 9000 mensajes sin leer en el grupo de WhatsApp de la clase, todos ellos recibidos durante el transcurso de la noche

Esta necesidad de estar conectados las veinticuatro horas puede acabar por pasar factura a nuestros hijos, ya que la presencia constante de la tecnología, las redes sociales o los dispositivos que mantenemos continuamente encendidos genera lo que algunos profesionales del bienestar han denominado «ansiedad digital». Cada notificación supone una nueva distracción que les impulsa a revisar su teléfono o a comprobar qué se han perdido, sobre todo durante la adolescencia, un periodo en el que su principal prioridad es reforzar los lazos sociales y conseguir la aceptación de los demás. La pregunta es: ¿qué podemos hacer los padres para ayudarles a desconectar?

¿Qué es la ansiedad digital?

La presión que provoca el hecho de tener que estar permanentemente conectados y disponibles a través de los dispositivos digitales puede terminar generándonos ansiedad digital, tanto a nosotros como a nuestros hijos. Al igual que sucede con otros tipos de ansiedad, los límites varían en función de la persona: cada uno de nosotros tiene un umbral de tolerancia distinto a la cantidad de contenido que podemos crear o consumir y el tiempo que podemos dedicar a la comunicación digital antes de que nuestro cuerpo nos exija desconectar. Esta sensación tiende a aparecer con más frecuencia cuando utilizamos las redes sociales, leemos las noticias o buscamos información en Internet, aunque también suele asociarse con las aplicaciones de mensajería.

El impacto de la ansiedad digital sobre nuestro bienestar

Experimentar pequeñas dosis de estrés durante breves períodos de tiempo puede resultar beneficioso si lo consideramos como una llamada de atención y nos da el empujón que necesitamos para realizar cambios significativos. Sin embargo, si no hacemos nada al respecto, puede cronificarse e ir en detrimento tanto de nuestro bienestar físico como emocional, lo que puede acabar afectando a nuestro estado de ánimo, nuestras relaciones y nuestro comportamiento. 

La ansiedad digital puede generar irritación o frustración, aumentar excesivamente nuestro nivel de preocupación (por ejemplo, cuando nos pasamos horas leyendo compulsivamente noticias negativas), provocar que dudemos de nuestra propia valía y perjudicar nuestra autoestima (especialmente si dedicamos demasiado tiempo a ver imágenes de modelos de revista o reels de vacaciones de ensueño en Instagram) y, en los casos más graves, inducir un sentimiento de profunda tristeza y depresión.  

¿Cómo afecta la ansiedad a los niños y los adolescentes?

La ansiedad es uno de los trastornos mentales más frecuentes entre los niños y los adolescentes, pero puede ser difícil detectarla porque muchas veces va acompañada de una amplia variedad de síntomas, algunos de los cuales pueden incluso parecer contradictorios: 

  1. Por un lado, están los comportamientos asociados al agotamiento, como el retraimiento o la tendencia a la evitación.
  2. En el extremo opuesto, se encuentran las conductas asociadas al exceso de energía, como frustración, preocupación y arrebatos emocionales.
  3. Muchos niños suelen experimentar síntomas físicos, como dolor de estómago o migrañas. 

La presencia de cualquiera o de varias de estas señales puede provocar que nuestros hijos desarrollen miedos, fobias y pánico relacionadas con diferentes aspectos de su vida cotidiana, como, ir al colegio, aparecer en público, desarrollar aversión a ciertos alimentos o separarse de sus cuidadores, por mencionar solo algunas. Es fácil imaginar el impacto que estos síntomas pueden acabar teniendo sobre su capacidad de aprender y concentrarse, establecer y mantener amistades y desarrollar tanto la autoestima como un sentido de la identidad positivo

¿Qué podemos hacer los padres al respecto?

Controlar el tiempo que dedican los niños a la tecnología y establecer unos límites saludables que nos permitan asegurarnos de que consumen contenidos de calidad apropiados para su edad es un aspecto fundamental a la hora de educar a los más pequeños en la era digital. Mi recomendación es que vayas paso a paso y que primero empieces por considerar la edad biológica, el grado de madurez, la personalidad y el temperamento de tu hijo.

No todos los niños sienten el mismo interés por la tecnología, y aunque puede que algunos no tengan ninguna dificultad a la hora de desconectar y disfrutar de otro tipo de actividades, es posible que otros se muestren más reticentes en este respecto. Además, el grado de curiosidad y el impulso de poner a prueba los límites también suelen variar, al igual que su sensibilidad emocional o el ritmo al que desarrollan la capacidad de pensamiento crítico.

Toda esta información es esencial para que los padres puedan tomar la decisión correcta a la hora de establecer a qué tipo de contenidos digitales debe estar expuesto cada niño (y durante cuánto tiempo) atendiendo a su edad y su nivel de desarrollo, y el grado de supervisión y autonomía que necesitan a medida que maduran y se van haciendo mayores.

young boy scrolling on phone in bed

¿Cómo podemos inculcarles buenos hábitos digitales?

Una buena forma de ayudar a los más pequeños a desarrollar unos buenos hábitos tecnológicos y concienciarlos de la importancia de establecer límites en este sentido es elaborar un acuerdo digital familiar y asegurarnos de que toda la familia pone su granito de arena durante el proceso. Ser consciente del grado de madurez y las necesidades de tu hijo a nivel de desarrollo te facilitará mucho las cosas cuando llegue el momento de acordar con él las reglas, pero también a la hora de revisarlas periódicamente a medida que crezca y desarrolle las habilidades que necesita para convertirse en un ciudadano digital responsable y autónomo.

Estos son algunos de los hábitos y las pautas en los que deberías hacer hincapié:

  • Asegúrate de que comprenda qué clase de contenidos digitales son apropiados para su edad y de que se atenga a este criterio a la hora de elegir juegos y aplicaciones, así como otro tipo de medios, como pódcast o streamings
  • Establece un horario claro para usar los dispositivos y los juegos que especifique cuánto tiempo puede dedicarles y cuándo tendrá que descansar (tanto de lunes a viernes como los fines de semana)
  • Explícale qué significa elegir contenidos de calidad frente al denominado «brain rot» y habla periódicamente con él de la importancia de aprovechar al máximo las experiencias que vive en la Red.
  • Asegúrate de que mantenga los dispositivos fuera del dormitorio.
  • En la medida de lo posible, evita que utilice la tecnología antes de ir al colegio.
  • Procura acompañarle mientras consume contenidos o juega a los videojuegos.
  • En el caso de que decidas permitirle utilizar los dispositivos solo (por ejemplo, cuando está en su cuarto), comprueba que puedes supervisar lo que hace. 
  • Fomenta una buena comunicación respecto al uso de la tecnología: pregúntale qué es lo que le gusta de ella y lo que no, en qué medida considera que puede beneficiar o perjudicar su salud, sus relaciones o sus objetivos a nivel educativo, y qué cree que podemos hacer todos para proteger nuestro bienestar y nuestra seguridad en el mundo digital, incluidos los propios padres.

¿Generan ansiedad las redes sociales? 

Cualquier incidente en el mundo real y en Internet puede generar ansiedad, y hay experiencias digitales muy concretas que pueden contribuir a empeorar sus síntomas en los niños que ya la padecen o convertirse directamente en un desencadenante de este trastorno.

Las redes sociales en concreto suponen un riesgo importante por múltiples razones:

1. Estas plataformas facilitan el acoso, ya que las víctimas se ven imposibilitadas para actuar de forma rápida y efectiva en el mundo real, y el propio funcionamiento de las aplicaciones tiende a proteger el anonimato. También hay una mayor probabilidad de que se produzcan otro tipo de comportamientos negativos, como ignorar a los amigos y los compañeros de clase o difundir rumores sobre ellos.

2. Las comparaciones sociales, una tendencia relativamente saludable cuando se mantiene dentro de unos límites razonables, suelen alcanzar niveles desproporcionados en plataformas como Instagram, TikTok y YouTube, lo que puede afectar negativamente a la imagen que tenemos de nosotros mismos. En el caso en concreto de las adolescentes, la exposición a imágenes cuidadosamente diseñadas y editadas de cuerpos, cánones de belleza y vidas perfectas (es decir, totalmente irreales) puede tener un grave impacto sobre su autoestima, su imagen corporal y su estado de ánimo.

3. Gestionar la proliferación de informaciones falsas o erróneas —un fenómeno que se ha visto agravado por la llegada de la IA generativa— no siempre es fácil, y puede terminar por erosionar nuestro sentido de la confianza. 

4. La sobrecarga de información y la incapacidad para desconectar puede provocar que nos sintamos saturados y frustrados. Las redes sociales están diseñadas para potenciar las interacciones y  el consumo o la creación de contenidos a través de lo que denominamos «diseño persuasivo» (como la posibilidad de acceder a nuevas publicaciones con tan solo deslizar la pantalla, las funciones de reproducción automática o las recomendaciones de contenido).

5. Todas las publicaciones que aparecen en estas plataformas son generadas por los propios usuarios, y aunque existe cierto grado de moderación, siempre hay contenidos peligrosos (y personas maliciosas que se dedican a difundirlos) que escapan a los filtros y que pueden acabar en manos de nuestros hijos. En el peor de los casos, algunos niños pueden estar expuestos a amenazas digitales como los ciberdepredadores, la pornografía, los retos virales peligrosos, la sextorsión y otro tipo de publicaciones perjudiciales para su salud física y mental.

¿En qué momento es recomendable que nuestros hijos busquen ayuda?

La adolescencia siempre es un período marcado por grandes cambios, pero algunos niños experimentan más dificultades que otros. Si tu hijo tiene problemas para gestionar alguna emoción difícil o potencialmente negativa como la tristeza, el agobio o la preocupación y muestra otros patrones de comportamiento problemáticos como una conducta introvertida, falta o exceso de sueño o cambios de peso, mi recomendación es que primero hables con él sobre los síntomas que has observado y averigües cuáles es su idea de buscar ayuda o de «encontrar el modo de sentirse mejor» (sobre todo si es adolescente).

En el caso de que ya sea un poco más mayor, es probable que haya buscado información en Internet o que haya recurrido a algún creador de contenido en las redes sociales o a alguna aplicación de salud mental o bienestar. Intenta averiguar si efectivamente ha sido así sin adoptar una actitud crítica y si alguno de estos medios le ha servido de ayuda.

Si todo lo que habéis intentado hasta la fecha no ha funcionado, tal vez quieras plantearte la posibilidad de acudir a tu pediatra o a tu médico de familia y, si lo consideráis necesario, a un profesional sanitario especializado en el ámbito de la salud mental, como un psiquiatra, un psicólogo, un terapeuta familiar o el orientador de vuestro centro. Ten en cuenta que hay una diferencia fundamental entre los jóvenes de las generaciones Z y alfa y los padres de las generaciones milenial o X: los jóvenes de hoy en día suelen sentirse más cómodos comunicándose a través de las plataformas digitales, por lo que es posible que tu hijo necesite apoyo adicional si va a acudir a uno de estos profesionales de forma presencial.

Este contenido ha sido elaborado con fines educativos y divulgativos. La información que contiene no puede sustituir en ningún caso el asesoramiento, el diagnóstico o el tratamiento ofrecidos por un profesional.

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